Nos obligaron a comer a la carta ya que al reservar no dijimos explícitamente que queríamos el menú de montaña que se anuncia en internet, y según la dueña, MªJesús Peiró, era IMPRESCINDIBLE avisar un día antes para que lo pudieran prevenir (éramos 2 adultos y una niña), pero resulta que nosotros intentámos contactar con ella el día de antes y no cogían el teléfono ni escucharon nuestro mensaje... además nos argumentó que para ella es más fácil (y más rentable, con lo que cobra, claro!) que comiéramos a la carta que de menú. Otra excusa que nos puso es que sus clientes ya conocen su forma de trabajar, y que éramos nosotros los que debíamos haber preguntado por el menú y no ella quién lo ofreciera. A 4 euros nos cobró la botella de agua, que encima no era del manantial de Font de Salem (el pueblo donde se encuetra y donde hay una embotelladora), sinó una botella de plástico de litro y medio de Fuente Liviana. Además la acogida en la Casa/mini-centro de hípica/pseudo-granja, fué nula. Sus primeras palabras fueron: "ah no me han subido el poni?, pues vamos a por él." Ni hola, bienvenidos, es vuestra primera vez, aquí está esto, o lo otro, ...Nos subió el poni de bastante malas maneras y sin ningún tipo de indicación ni medida de seguridad, sólo una manta y una correa para tirar de él, nos metió en un corral lleno de boñigas para que le diéramos vueltas a la niña hasta que nos cansamos. Después vagamos por allí y por la casa sin nadie que nos atendiera, ni nos indicaran dónde se podía tomar algo,.... Luego bajamos al pueblo, bastante bonito -la naturaleza que lo envuelve y el poder oír los pajaritos es lo más espectacular- y sobre todo silencioso, pero sin un bar para refrescar ni nada y luego volvimos a subir. Para pedir dos cervezas nos tuvimos que meter casi en la cocina y luego rogamos si podíamos entrar a al comedor. La cuenta nos salió por 68€: 4 cervezas, un agua, dos platos principales y un entrante a compartir, más un plato de macarrones...Esta chica no estuvo a la altura, y el servicio de mesa horroroso, camareras poco experimentadas y bastante patosas... Lo peor es que le estábamos haciendo llegar nuestro mal estar y se regocijaba diciendo que le daba igual y que todos sus clientes quedaban muy satisfechos...