Un zoco auténtico
Es difícil quedarse con un único rincón de Acre, pero si tengo que escoger, me inclino por el zoco de la ciudad vieja.
Y es que, paseando por sus calles y callejuelas es fácil perder la noción del tiempo. Un olor por aquí, un sabor por allá, un sonido... todo llama la atención: el color de los dulces, sus refrescantes zumos, el humo de una shisha... y sí: de vez en cuando el pestazo del pescado crudo (cuyo olor a mi curiosamente me gusta), pero para eso estamos en una ciudad costera. Una de las más bonitas de Israel, por cierto.
El zoco de la ciudad vieja de Acre es un lugar cuyo sabor se te queda pegado al paladar varios días. Es el regusto de la nostalgia. Uno puede pasar en él horas, y con todo, al irse sentirá que le ha dedicado poco tiempo. Que le gustaría volver otro día. Que desearía entablar amistad con ese vendedor de shawarma tan charlatán y simpático.