Este pequeño y exquisito hotel, cuyo encanto ha trascendido fronteras, es una delicia a la hora de elegir un rincón romántico en el precioso pueblecito de Patones de Arriba. Cuenta con sólo 8 habitaciones, todas decoradas con muebles y objetos de época. Futo de la unión de varias casas de pueblo, el hotel parece un sugestivo laberinto. Su fama ha hecho que las reservas para hospedarse en él se deban hacer con mucho tiempo de anticipación.
Reservé para el sábado y llamé el jueves por la mañana, a las 11, para decir que nos era imposible ir. No atendieron a razones, el personaje que me cogió sólo sabía repetir que no me iban a anular la reserva y que la habitación estaba disponible desde las 12 de la mañana hasta las 12 del domingo, ¡¡para que fuera cuando quisiera!! ¡¡SI NO PODÍA IR!! Por más que le repetí que nos iba a ser imposible, que por favor les estaba avisando con 48 horas, me dijo que no, que eran 72 horas. ¡¡Y ME COLGÓ!! Lamentable el trato. Volví a llamarles, le dije que así no se trata a los clientes y le dio igual. Que me iban a hacer el cargo.
Al tratar de reservar una habitación, y preguntar sobre el hotel y el servicio que quería contratar, ha dado la sensación de que le molestaba la llamada y las preguntas.
Finalmente y tras tener decidido, he tenido que acabar la conversación de manera prematura por el tono que estaba teniendo. Vergonzosa la actitud del propietario. Parece que le haces un favor yendo a su hotel. Este tipo de propietarios debería pensar en cambiar de tipo de negocio de cara al publico.