Historia y tradición en el corazón de Barcelona
No se llega hasta Copóns por casualidad. No es uno de esos pueblos que uno de repente encuentra en su ruta. Pero después de conocer la población tengo claro que dejar el camino y desviarse hasta él merece la pena.
Mi visita coincidió con el día de Sant Jordi, y encontré un pueblo en fiesta, donde grandes y chicos habían salido a la calle vestidos de blanco y rojo para llenar con sus canciones y sus bailes las calles del lugar. Y los que no estaban con ellos celebrando la fiesta del patrón, estaban en misa o rumbo a la iglesia.
Además de esta buena sorpresa, Copóns me sorprendió con sus estrechas calles en la ladera de la colina sobre el río Anoia, en ellas encontré fachadas de antiguas casas que pertenecieron a familias de comerciantes o arrieros, los cuales trajeron la fortuna a la población gracias a sus ventas en ciudades importantes como Igualada o Barcelona.
