La iglesia de San Andrés, de estilo neoclásico, está inacabada, de ahí que los vecinos lo llamen "La Obra". Se encuentra situado en el centro del pueblo junto a la carretera comarcal que une Medina de Rioseco Toro. En pie se mantienen las paredes, dos bellas portadas de acceso al interior y una espadaña, probablemente colocada en fechas más recientes. Se inicio en 1751 con dinero del ilustre hijo de Villar Fray Andrés González Cano, Obispo de nueva Cáceres en las Indias Filipinas, es dedicada a San Andrés, patrono del Obispo. Murió tan ilustre prelado sin haberse terminado esta iglesia, dejando fondos para ello, pero a día de hoy sigue sin terminar.
Sirve de lugar de aseo y como escenario de juegos populares como la "chana".
Fueron dos las parroquias ya desaparecidas que en los últimos siglos coexistieron en este pueblo de Villar, San Pelayo al norte, frente a la laguna que tomó su nombre y que se perdió en los tiempos y San Cucufate al sur, frente al camposanto, cayó igualmente bajo el inexorable paso del tiempo. Su torre, en su agonía cobijo de pobres y mendigos, fue destruida ya en años de la dictadura para construir un depósito de agua y unos lavaderos públicos que nunca se utilizaron.
En 1751 se levanta la Ermita de la Media Villa, gracias a los bienes otorgados por su ilustre fundador Fray Andrés González Cano, Obispo de Nueva Cáceres de las Islas Filipinas.
Hereda esta Ermita la advocación de las dos desaparecidas, además de sus tallas y retablos, portando hoy el nombre de ambas y convirtiéndose en la actual parroquia de San Cucufate y San Pelayo.