La tranquila ciudad de Salzburgo
Después de haber visitado las fascinantes y obligadas atracciones de Salzburgo, y sin las prisas ya de correr de un lado a otro para no perdernos nada, que mejor manera de acabar la visita de un día a la ciudad que callejeándola y midiéndola con nuestros pasos.
Solo así podemos encontrar pequeñas joyas que pasan desapercibidas a nuestros ojos cuando vamos con la marcha larga, a la búsqueda de nuestro siguiente objetivo de visita.
Hay rinconcitos, como la tiendita que sólo vende huevos de Pascua en todas las formas y colores, o los vigilantes ángeles y santos que se esconden en las esquinas de los pequeños palacetes desde donde nos vigilan.